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  • Foto del escritorMarifer Calderón

Pensando en "El juego del calamar".

“El juego del calamar” es solamente una muestra de cómo los adultos estamos perdiendo territorio en el área de la educación y la crianza. No voy a hablar de la serie, ni de su contenido.


Vivimos en un mundo globalizado en donde la tecnología nos está sobrepasando, dejamos en manos de nuestros hijos distintos tipos de dispositivos y no nos damos cuenta de cómo o para qué los usan.


Niñas de 12 años con celulares en sus manos, tienen comunicación inmediata con cualquier persona: pueden buscar a sus amigas, al niño que les gusta, seguir a un artista, hacer nuevas amistades…

Cuando yo era pequeña, mis padres conocían a mis amigas, incluso a sus padres. Si un amigo me hablaba por teléfono marcaba a mi casa, contestaban los adultos y ellos sabían quién estaba en contacto conmigo. Hoy, no sabemos con quién hablan nuestros hijos.


Niños de 9 años pegados al Xbox y los padres pensando que “sólo son videojuegos”, pero videojuegos con un alto contenido de violencia, sexualidad, competitividad… en donde además de vivir alarmados, también pueden contactar y comunicarse con perfectos desconocidos.


Adentro de un celular hay cantidad de aplicaciones: para escuchar música, ver series y películas, pedir comida, comprar ropa… todo lo tenemos en un sólo click. Y lo que es peor, enlazamos nuestra tarjeta de crédito a las aplicaciones de nuestros hijos para que puedan adquirir el producto que desean en el momento que lo quieran.

Preadolescentes entran y salen de casa con plena libertad porque“¡Ya llegó el Uber!” ¿Quién los saluda? ¿Quién los recibe?


Papá y mamá se ausentan de casa por largas horas, y si los hijos tienen hambre Rappi se encarga de darles de comer y de beber, piden lo que se les antoja, ¡incluso alcohol y vapes llegan a la puerta de tu casa!


Niños pequeños pasan horas conectados a tabletas y videojuegos, preadolescentes y adolescentes mirando series o películas, navegando por la red buscando información que no sabemos cómo la están asimilando.


Hoy nuestra niños y adolescentes están girando fuera de la órbita de los adultos, y no importa si ven El juego del Calamar o si escuchan y bailan reguetón con la cantidad de misoginia y violencia que esto conlleva. Lo que debería de preocuparnos es ¿En dónde estamos papá y mamá? ¿En dónde están los adultos responsables a cargo de niños y adolescentes?


No podemos aislarlos en un mundo globalizado, pero sí podemos sostenerlos y construir con ellos relaciones lo suficientemente sólidas como para que nuestros hijos, alumnos, pacientes… sientan la confianza y seguridad necesaria como para acercarse a nosotros, platicar sus dudas e inquietudes, hablar de sus emociones, reflexionar sobre lo que ven, escuchan y sienten. Lo que necesitan son adultos que los escuchen con empatía, adultos a quienes admirar para seguir su ejemplo, adultos a quienes respeten de tal forma que nuestros valores no les parezcan “fuera de moda”.


Termino esta reflexión con una frase de mi maestro, el Dr. Gordon Neufeld, “lo importante es quiénes somos para nuestros niños y adolescentes”. Porque si somos su figura de apego seguro, vamos a poder acompañarlos a transitar en este mundo tan hiriente.


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