Cuando una pareja con hijos se separa, su prioridad debería ser mantener la estabilidad emocional de los niños y adolescentes, además de continuar con una crianza responsable. La pareja es la que decide terminar la relación romántica, pero la relación familiar continúa.
Aunque a veces se vea como un alivio, la separación es dolorosa y genera estrés. Más aún si se trata de un divorcio, en donde se involucran temas legales por resolver como la repartición de bienes, patria potestad, guarda y custodia de los hijos, régimen de convivencia, pensión alimenticia, etc.
En medio de la turbulencia emocional, papá y mamá no siempre pueden mantener una relación amistosa y tomar decisiones adecuadas con respeto y objetividad; para prevenir discusiones se sugiere que preparen un Plan Parental en el que se establezcan claramente las responsabilidades de cada uno con respecto a las actuales, y futuras, necesidades de los hijos. Tendrán que reestructurar la crianza, replantearse nuevas dinámicas y ceder ante situaciones que eran inimaginables, en beneficio de sus hijos.
Se trata de detallar los compromisos que tendrán ambos padres. Dejar claramente especificados asuntos de salud (alimentación, sueño, ejercicio, medicamentos…), actividades extraescolares (en cuáles participan, quien asiste, quién cubre los gastos…), distribución de días especiales (navidad, cumpleaños…), convivencia (en dónde van a dormir, cada cuándo se van a ver…), entre otros.
Cuando ambos padres deciden educar y criar a sus hijos en equipo, a pesar de la separación, lo ideal es un Plan de Parentalidad Compartida en donde los dos se comprometen con la crianza, encuentran la manera de equilibrar el tiempo de convivencia, están dispuestos convivir armoniosamente con su ex-pareja y hablar bien de ella frente a los hijos. La elaboración de éste tipo de plan no elimina por completo los conflictos, pero ayuda a que no interfieran entre los niños o adolescentes y la relación con cada uno de sus padres.
Sin embargo, con frecuencia mamá y papá sí desean participar en las actividades de los hijos y mantenerse presentes en sus vidas, pero no están listos como ex-pareja, no les es cómodo convivir, cuando están juntos discuten y la pasan realmente mal. En este caso, se sugiere que mientras superan sus rencillas personales, elaboren un Plan de Parentalidad Paralela, es decir, los dos van a participan equitativamente en la educación y crianza, pero para prevenir conflictos dejarán claramente marcadas sus tareas y responsabilidad evitando comunicaciones posteriores. Cada uno cumplirá con su compromiso, manteniendo el mínimo contacto con la ex-pareja.
Lo ideal sería que pasados unos meses, logren poner en práctica una co-parentalidad pues de este modo se facilita que los hijos puedan vincularse de manera segura con ambos padres lo que ofrece estabilidad tanto a niños como adolescentes y, se previene la polarización del vínculo, lo que con frecuencia se confunde con alienación parental.
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