Conforme se acerca el fin de año, es habitual que hagamos un balance y empecemos a plantearnos nuevos objetivos. Por lo general es un ejercicio enfocado a temas profesionales o económicos, pero pocas veces lo hacemos pensando en nuestras relaciones familiares.
Hoy, quiero invitarlos a reflexionar sobre su parentalidad, es decir, pensar en las actividades que han realizado como mamá o papá para educar y criar a sus hijos, cuáles han sido las habilidades que han puesto en práctica para asegurarles sustento, afecto, educación, socialización y protección, con el objetivo de que logren desarrollarse como individuos autosuficientes capaces de vivir e integrarse de manera proactiva a una sociedad.
Hacer este ejercicio de manera consciente, nos puede ayudar a tener una perspectiva más clara sobre lo que estamos haciendo; podemos aprender algo nuevo sobre nosotros mismos y sobre nuestra familia; nos ayudará a darnos cuenta si estamos creciendo como seres humanos; y a identificar los errores que hemos cometido para procurar no repetirlos.
¿Soy yo la persona madura emocionalmente que puede regular sus emociones y mantener la calma frente a niños y/o adolescentes en momentos de crisis?
¿Puedo contener y estructurar estableciendo límites y rutinas claras, tomando en cuenta los intereses y necesidades de mis hijos?
¿Estoy construyendo una relación sólida basada en el amor y respeto? Las relaciones fundamentadas en el miedo y la obediencia no son relaciones cálidas que ofrezcan seguridad y confianza.
Ante una conducta inadecuada ¿reacciono impulsivamente o soy capaz de mantener la calma y tratar de entender por qué actuó mi hijo/a de esa manera?
¿He ido creciendo junto con mis hijos? Es decir, yo también he podido madurar y transformar mis conductas hacia acciones más sensatas haciendo a un lado mi propio ego y reconociendo mis errores y limitaciones.
¿He podido establecer una comunicación sensible y respetuosa practicando una escucha activa y comunicándome con claridad?
¿Soy una mamá/papá flexible que se ha ido adaptando a las necesidades de desarrollo de cada uno de mis hijos?
Cuando corrijo injustamente, ¿he tenido el valor para reconocerlo, disculparme y sanar el daño?
¿He sido responsable de mis propias necesidades estableciendo límites para cuidar mi salud física y emocional? No puedes olvidar que tú también necesitas descanso y gratificaciones.
Espero estas preguntas hayan sido útiles para hacer tu balance y replantearte nuevos objetivos.
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